De adioses y hasta luegos, de holas y encuentros

Diez años de trabajo, esfuerzo y responsabilidades, diez años de buenos ratos, de risas, de anécdotas, pero también de inquietudes, anhelos y preocupaciones. Diez años de mucha vida en común, de confidencias, de vidas compartidas… Diez años de amistad

Es increíble cuánto compartes en los períodos de descanso y esparcimiento en el trabajo, ya que a veces pasamos más tiempo allí que en nuestra propia casa.

En diez años he conocido a muchos compañeros de trabajo, algunos se fueron y no volví a saber de ellos, con otros he conservado el contacto y en algunas ocasiones, también la amistad. De los que se han ido, siempre queda la alegría de que se vayan para emprender nuevos proyectos en pos de un futuro más próspero y prometedor  y, al mismo tiempo, la nostalgia de perder el día a día con ellos. Y de los que permanecen contigo, la vivencia enriquecedora de continuar juntos, la amistad…

Ahora soy yo la que me he ido, no como algo definitivo, sino únicamente por un año, pero no por su temporalidad deja de ser un cambio importante para mí.

Aunque mi trabajo como asesora me gusta mucho, tenía clavada una «espinita», la docencia, que siempre me gustó también, y únicamente había tenido la oportunidad de hacer algún «pinito», pero de forma esporádica y puntual, no como un trabajo diario.

Pues bien, esa oportunidad llegó y solicité una excedencia voluntaria para poder coger ese tren que me lleva a convertirme en «profe» por un curso, toda una experiencia. Tras el proceso de adaptación, que aunque no ha sido la única causa, no cabe duda que ha favorecido mi largo silencio desde la última entrada, puedo decir que está siendo una experiencia muy enriquecedora, que me exige mucho, pero que también me llena de satisfacción.

En ese «hasta luego» que he hecho en mi trabajo como asesora me he dado cuenta que el cariño que por mí sentían mis compañeros era mayor aún, si cabe, del que yo ya sabía que me tenían. Y a la inversa, aunque siempre he tenido muy claro mi aprecio, cariño y amistad por ellos, el perder ese día a día por un año, hace que recuerdes con nostalgia anécdotas y les tengas siempre muy presentes en tus pensamientos. Cuando podemos estamos en contacto, pero incluso cuando las prisas y premuras parece que no dejan tiempo, los tengo presentes en mi mente y en mi corazón.

Por otro lado, la misma circunstancia  de este cambio tan grande que he dado me ha permitido tener muchísimos compañeros nuevos, y he encontrado en ellos, una cálida acogida, una mano tendida y mucho compañerismo. He tenido mucha suerte, la verdad.

Así que, en poco tiempo, ha cambiado mucho mi día a día, mi trabajo, mis compañeros, mi entorno profesional y dicha coyuntura ha puesto delante de mí a mis alumnos, a los que espero enseñar, ayudar y formar lo mejor posible… Al final, además de como madre, voy a terminar hablando también en el blog como profesora, novata, pero profesora, al fin y al cabo. Intentaré hacerlo lo mejor posible…

Cocinero antes que fraile

Seguramente, a estas alturas, os habréis percatado que cada vez son más frecuentes mis vivencias como hija, y es que poner en «negro sobre blanco» las cuestiones cotidianas relativas a la educación y crianza de mis hijos me ha hecho rememorar muchos momentos de mi propia infancia… Vivencias que, aunque no estén olvidadas, no se tienen especialmente presentes cuando eres adulto.

Al contemplar el día a día de los niños, vienen a la memoria nuestras propias experiencias. En muchas ocasiones porque te has enfrentado a las mismas o similares situaciones, y en otras porque, simplemente, al abrir la caja de los recuerdos, comienzas a evocar también otras vivencias de la niñez casi olvidadas. Al final te ves metido en un proceso de introspección que, bajo mi punto de vista, viene muy bien. Te permite parar un momento, ver cómo eras entonces y pensar en cómo eres ahora. No soy una persona que viva cara al pasado, soy una persona que, sin olvidar el pasado, vivo el presente y trato de poner los medios que estén a mi alcance para que el futuro sea lo mejor posible, pero, de vez en cuando, me gusta echar una miradita a todo aquello que ya hemos vivido.

He de reconocer que, pese al cansancio, que es mucho, estoy disfrutando de las vivencias, experiencias, avances, logros y en general, anécdotas, de mis dos hijos. Y además tengo el añadido de que están haciendo que me acuerde de vivencias de mi más tierna infancia, y eso también me está gustando. En algunos casos el recuerdo es claro, nítido y, en cambio, en otros, se trata de evocaciones que se encuentran prácticamente difuminadas en mi mente, por lo que al recordarlas y fijarlas por escrito logro que ya nunca las vaya a olvidar, algo que es muy de agradecer si ya no tienes a tus padres – que eran, en la mayoría de las ocasiones, los otros protagonistas de la historia – para que te las recuerden.

Estoy además consiguiendo un tercer efecto y es que, en la mayor parte de los casos, en esos recuerdos se hallan también mis padres, por lo que consigo afianzar aquellas vivencias compartidas con ellos que, por ser tan lejanas en el tiempo, corrían peligro de desaparecer. Cuando te faltan dos seres tan queridos no quieres olvidar ni una sola de las anécdotas que viviste con ellos, ni un solo de los detalles… Así que, permíteme, sufrido lector, que me tome estas licencias, trataré de moderarme para no abusar de tu paciencia.

Aún existe otro motivo más que justifica que haya proliferado en el blog el relato de mis experiencias infantiles y que, no por obvio, quiero dejar de mencionar… no es más que la evidencia de que he sido hija antes que madre o, como dice el refrán «he sido cocinero antes que fraile».

A modo de introducción

 

A la hora de plantearme comenzar este edublog me asaltaban numerosas dudas sobre la utilidad que pudiera llegar a tener, me preguntaba hasta qué punto era posible poder aportar algo nuevo. De hecho, basta buscar en google para que encontremos en pocos segundos un largo listado de blogs, a cada cual más interesante, sobre todo tipo de cuestiones referidas a la educación y crianza de los niños. Por ello, me siento en la obligación de comenzar esta nueva andadura explicando y justificando lo que pretendo obtener con él. No soy profesora ni tampoco soy alumna, soy una madre. Una madre preocupada por la educación de sus hijos y consciente, desde el mismo momento que me convertí en madre, de la responsabilidad que adquirí con mis propios hijos, así como también con la sociedad.

¿A quien va dirigido este edublog? Principalmente a los padres que se sientan realmente comprometidos con la educación de sus hijos, que sean conscientes de la responsabilidad que han adquirido con la paternidad, que no consideren que la educación empieza y termina en el colegio y que no se escuden en la falta de tiempo para abandonar la importante tarea de educar a sus hijos. Pero también va dirigido al resto de miembros de la comunidad educativa, porque considero que la educación ha de tomar a la persona como un todo y profesorado y padres deberían ir de la mano en una estrecha colaboración bidireccional. Me encantaría que este edublog pueda llegar a ser atractivo a profesores y educadores, que pueda servirles para ser conocedores, aún más, si cabe, de las problemáticas que se pueden suscitar fuera de las aulas y que los padres, así mismo, podamos beneficiarnos de sus aportaciones y comentarios, ya que su profesionalidad y experiencia a nivel pedagógico puede ser de un gran valor  para todos nosotros. No quiero olvidar, por supuesto, a los alumnos, nuestros hijos, que son los protagonistas de la educación. Podría ser muy interesante y enriquecedor para todos que los educandos pudiesen plasmar también en el edublog sus inquietudes, impresiones y reflexiones, siempre que su edad y madurez se lo permitan. Para ellos también puede ser de gran utilidad, tanto como un canal más de comunicación, como por el hecho de poder dar su propio punto de vista. Puede ser, además, un gran incentivo para el análisis personal y el fomento de la expresión escrita.

Seguramente, en abstracto, a nadie se le ocurrirá cuestionar la importancia que tiene la educación de los hijos. No conozco a nadie que la niegue. Sin embargo, no cabe duda que cada persona establece unas jerarquías de intereses y no todos situamos la educación en el mismo puesto en nuestra lista de prioridades. Es más, incluso para los que tienen la educación entre los primeros puestos, es difícil, en ocasiones, llegar a estar de acuerdo en la forma de educar, y es que cada cual tiene su propia visión de la educación y también su propio método.

Con este edublog pretendo que entre todos creemos un espacio en el que se de cabida a todas las opciones, que cada cual se sienta libre de explicar sus experiencias y sus métodos. Creo que esa diversidad puede llegar a ser muy enriquecedora. No obstante, en lo que se refiere, no ya a los hechos y datos objetivos y contrastables, sino a impresiones, vivencias y experiencias, pretendo expresarme también libremente, porque considero que si no, lo que realmente pueda aportar como madre, que es, en resumen, mi propia experiencia, se perdería. Hablaré, pues, desde mi propia experiencia y percepción de la realidad, algo que siempre es inevitable.

También me gustaría, en la medida de lo posible, abrirlo a toda la comunidad y que pudiésemos contar, además del profesorado, con otros profesionales, como puedan ser psicólogos, logopedas, pediatras, etc. que pueden aportar tantas cuestiones de interés para la educación de los menores.

¿Qué es lo que busco en la educación de mis hijos? Educarles para que sean buenas personas, libres, responsables, coherentes con sus principios y, sobre todo, felices. Es una difícil tarea que no debe impedir en ningún caso el disfrutar todos juntos, en familia, de la mutua compañía. Considero que esta tarea debe integrarse de forma natural en las actividades llevadas a cabo dentro del seno de la familia. En la medida que logremos, aunque sea de forma parcial, estos objetivos, estaremos colaborando  a la vez a la conformación de una sociedad mejor, integrada por verdaderos ciudadanos, en el sentido de «hombres buenos», porque si la persona tiene un «buen hacer» en lo individual, también lo tendrá en lo colectivo.

No sé si, finalmente, lograré aportar algo nuevo pero, al menos, voy a intentarlo…